LAS COFRADES DE NOSTRA DONA DE MONTSERRAT DE ROMA (1506-1522): PRESENCIA, PIEDAD Y ARTE, EN FEMENINO
THE SISTERS OF NOSTRA DONA DE MONTSERRAT IN ROME (1506-1522): PRESENCE, PIETY, AND ART
Isabel Ruiz Garnelo1
Fechas de recepción y aceptación: 20 de diciembre de 2023 y 19 de enero de 2024
DOI: https://doi.org/10.46583/specula_2024.9.1138
Resumen: Este trabajo rescata la existencia entre 1506 y 1518 de un conjunto de mujeres vinculadas a la cofradía de Nostra Dona de Montserrat de Roma y a un beaterio hasta ahora desconocido. Además, para una mejor comprensión, considera también las contribuciones anteriores en los hospitales de San Nicolás y de Santa Margarita. Analiza las características de este colectivo femenino, su espiritualidad, su compromiso con la hospitalidad y cómo contribuyeron al desarrollo del patrimonio cultural y artístico de dichas instituciones. Reflexiona sobre las dificultades para investigar a estas mujeres y los interrogantes todavía abiertos, y plantea la necesidad de estudiar su papel como receptoras y como promotoras, proporcionando ejemplos concretos de ello. De esta manera, amplía el conocimiento sobre la comunidad de la Corona de Aragón en Roma y su cultura material durante el tránsito entre la edad Media y la Moderna.
Palabras clave: Corona de Aragón, Roma, siglo XVI, mujeres patronas, espiritualidad.
Abstract: This work uncovers the presence, between 1506 and 1518, of a group of women affiliated with the confraternity of Nostra Dona de Montserrat in Rome, as well as an until-now unknown Beguines community. Moreover, it considers previous contributions made within the San Nicolás and Santa Margarita Catalanorum hospitals. It analyzes the characteristics of this female collective, including their spirituality, their practice of hospitality, and their contribution to the development of the cultural and artistic heritage of these institutions. It reflects on the challenges of studying these women and underscores the necessity of exploring their roles as both recipients and promoters, explaining specific examples. This enriches our comprehension of the Crown of Aragon community in Rome and its material culture during the transition from the Middle Ages to the Modern Era.
Keywords: Crown of Aragon, Rome, 16th Century, Woman patrons, spirituality.
1. ¿HUBO MUJERES PROCEDENTES DE LA CORONA DE ARAGÓN EN LA ROMA DE LOS SIGLOS XIV A XVI?
Cuando estudiamos la ciudad de Roma durante el paso de la Edad Media a la Moderna, de los intercambios recíprocos en la “caput mundi” y entre ésta y el Mediterráneo, a menudo tratamos los papados de Calixto III y Alejandro VI. Indagamos sobre quiénes residieron o se encontraron de paso: sus familiares, los curiales, los embajadores, los notarios, los mercaderes. Todos estos trabajos son necesarios y su proliferación en los últimos años da testimonio de interesantísimas vías de investigación.
Sin embargo, era necesario actualizar el conocimiento que se tenía sobre el colectivo de oriundos de la Corona de Aragón presentes en Roma. Por un lado, porque no debe vincularse exclusivamente a estos papados, sino que sobrepasó sus límites cronológicos, como está siendo demostrado por un número creciente de publicaciones. Por otro, porque si quedan interrogantes abiertos en torno a los curiales, embajadores, notarios y mercaderes a los cuales acabamos de hacer alusión, el colectivo femenino ha sido prácticamente olvidado. ¿Acaso no hubo mujeres procedentes de los territorios de la Corona de Aragón en Roma? ¿Tuvieron alguna repercusión en aquel contexto económico, político, religioso, social o cultural?
Para llevar a cabo este estudio hemos tenido en cuenta el conjunto de fuentes contables conservadas en la institución, así como testamentos y otros instrumentos notariales conservados en el Archivio di Stato di Roma y en el Archivio Storico Capitolino di Roma. Revelamos así la trascendencia de un número significativo de mujeres vinculadas de algún modo a la comunidad de la Corona de Aragón, cristalizada en Roma. Nos centramos en los primeros años de vida de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat, desde su fundación en 1506 hasta el año 1522.2 Encontramos un amplio abanico de mujeres de diversos territorios y condiciones sociales, económicas y culturales. Aunque hayan pasado prácticamente desapercibidas, tener en cuenta su presencia ayuda a comprender mejor el ambiente religioso, las repercusiones en el desarrollo de la hospitalidad y de la cultura, no sólo de la propia cofradía de Nostra Dona de Montserrat, sino también de la Monarquía Hispánica en Roma y de otros fenómenos que afectan al Mediterráneo en su conjunto.
2. PRESENCIA
Esta presencia femenina en Roma no surgió con la fundación de dicha cofradía. La comunidad de la Corona de Aragón en Roma había venido gestándose desde al menos mediados del siglo XIV, cuando precisamente dos mujeres procedentes de la Corona de Aragón vieron necesario fundar dos hospitales para ayudar a quienes llegaban a Roma. Más concretamente, la domus-hospitalis de San Nicolás fue fundada por la barcelonesa Jacoba Ferrandis3, durante el principio del pontificado de Inocencio VI (1352-1362); Margarita Paoli,4 originaria de Mallorca, comenzó una misión similar en la domus-hospitalis de Santa Margarita en 1363. Ambas las dotaron con sus propios bienes y las gobernaron hasta su muerte (Fernández Alonso, 1956, pp. 49-53, 61-62, 67-69 y 71-74). Estas estructuras asistenciales estaban tendiendo a unificarse en instituciones más grandes y competentes, no sólo en Roma sino a escala europea. De manera que a mediados del siglo XV la casa de Santa Margarita fue vendida para concentrar los esfuerzos en la casa de San Nicolás, y a partir de 1506 esta labor fue confiada a la cofradía de Nostra Dona de Montserrat (Ruiz Garnelo, 2021a, 2023a y 2023b).
Sin embargo, por los motivos que explicaremos a continuación, habremos de esperar hasta la fundación de dicha cofradía para rastrear la presencia femenina. Las únicas excepciones son estas fundadoras, de las cuales, además, se proporciona muy poca información; y otras dos mujeres hasta ahora desconocidas. La primera fue “donnam Andrea”, oriunda de Valencia, a quien Ferrandis designó en su codicilo como albacea y sucesora en el gobierno de la casa-hospital de San Nicolás, junto a Pons Astoris.5 Sin embargo, no se hizo efectivo: tras esta mención, desapareció su rastro, encontrando en las fuentes de la institución únicamente referencias a la llegada de Astoris a la Urbe hacia 1385 y a su gobierno de las casas-hospital de San Nicolás y de Santa Margarita por designio de las fundadoras desde el fallecimiento de éstas hasta la reunión de notables de 1425 (Fernández Alonso, 1956, pp. 49, 52-55, 62, 67-74).
La segunda excepción fue “madonna Joana marquesa”. En 1484 donó, de manos de Franci Puig, general de la Orden de San Antonio de Navarra y comendador de Perpiñán, una serie de bienes destinados a mejorar la labor hospitalaria de la casa-hospital de San Nicolás: “dos matelassos sotils, e dos travassers, e una flassada blanqua ab lists blavas, e més set parels de lançols de uns e altres, e més dos tovalles novas e dos tovallolles, e més quatra torquabochas”.6
¿A qué se debe la mayor presencia de mujeres desde la fundación de la cofradía? Cabe tener en cuenta las características de la sociedad, pero también las de las fuentes disponibles para su estudio: no sería tan sólo una cuestión de existencia en términos numéricos, sino también de visibilidad. Por un lado, el colectivo de oriundos de la Corona de Aragón en Roma había cambiado respecto al de los siglos anteriores. Las personas vinculadas a los hospitales de San Nicolás y de Santa Margarita habían pertenecido en su mayoría al sector eclesiástico, siendo excepción sólo un laico coniugato y tres padres de familia. Tras la fundación de la cofradía el sector eclesiástico siguió siendo mayoritario, como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta los motivos por los cuales Roma ejercía su poder de atracción; pero ya se recogen 31 nombres de hombres casados, además de un viudo y cuatro laicos, y es probable que fueran muchos más. Esto obedece al número creciente de mercaderes y artesanos procedentes de estos territorios en Roma, y por consiguiente, entre las filas de la cofradía. Pudo ser consecuencia de la dinámica circulación de mercancías, las rutas y los agentes de los intercambios que conectaban las principales ciudades del Mezzoggiorno con el levante de la península ibérica, llegando a integrarse también en Roma a la zaga de florentinos y genoveses; así como de la coyuntura más próspera de Roma –entendida como dos focos: la curia papal y la ciudad en general– que la había convertido en un centro de demanda cada vez más dinámico. La solidez del colectivo mercantil queda demostrada por la presencia de un consulado desde al menos 1484. Ya entre 1474 y 1476 se recoge el nombre del primer mercader como procurador del hospital de San Nicolás, Blai Ferrer (Fernández Alonso, 1956, p. 60; Vaquero, 2015, p. 321).7
Esto nos dirige al segundo motivo, y es que la cofradía actuara de aglutinante: fue una iniciativa piadosa, social e incluso política, ante la necesidad de acomunar los intereses y esfuerzos del colectivo en la multiétnica Urbe. No parece improbable, aunque todavía no ha sido objeto de estudio con el rigor y amplitud que merece, que hasta entonces los oriundos de la Corona de Aragón se hallasen más o menos dispersos en las numerosas instituciones de la ciudad de Roma.
En tercer lugar, las fuentes vinculadas a la cofradía posibilitan un mayor conocimiento de las mujeres respecto a las del periodo anterior. No se limitan al control de las entradas y salidas de los hospitales o al elenco de quiénes desempeñaron los diversos cargos, sino que aportan los nombres de quienes ingresaron en la cofradía, en qué fecha y durante cuánto tiempo fue renovándose la anualidad. Este registro contable aporta alguna característica identificativa que ayude a realizar el seguimiento: procedencia geográfica y oficio, en la mayoría de los hombres; vínculo personal, condición social o procedencia, en el caso de las mujeres.
Hemos documentado un total de casi 550 personas pertenecientes a la cofradía entre 1506 y 1525, de los cuales 448 fueron hombres y 101 mujeres. En 1506 las mujeres eran 11 de 88, lo que suponía una octava parte. Sus incorporaciones crecieron paulatinamente hasta estabilizarse entre un cuarto y un quinto del total [Figura 1].8 Vaquero Piñeiro (1994, p. 479) hizo una primera aproximación, aunque alcanzando cifras menores –sólo 39 mujeres– por ceñirse a un menor número de fuentes, y llegó a interesantes conclusiones relativas al colectivo mercantil: estableció una relación de causa-consecuencia entre la fuerte presencia de éstos y el número y variedad de orígenes de las mujeres, creyendo que ellas procedían de los lugares donde ellos habían establecido sus vínculos comerciales. Aunque en esta ocasión no podamos profundizar en estas cuestiones, confirmamos dos cuestiones: el alto porcentaje de cofrades casadas, casi siempre con algún miembro de la misma cofradía; así como la variada procedencia geográfica de estas, no sólo de los territorios de la Corona de Aragón –con Valencia a la cabeza– sino también de toda la actual Italia y el resto de la península ibérica. Por consiguiente, esta mayor presencia debe ser entendida como consecuencia del crecimiento del colectivo mercantil y artesano, del papel aglutinante de la cofradía y de la mayor visibilidad que posibilitan las fuentes.
3. PIEDAD
Estas cuestiones cobran una importancia fundamental, cuando las relacionamos con el descubrimiento de un beaterio vinculado a la cofradía. No debería sorprender, puesto que fue un fenómeno extendido y frecuente, prueba de la consolidación y pervivencia del movimiento espiritual que desde la Baja Edad Media abogaba por el interiorismo y el misticismo. Dependiendo de la zona reciben el nombre de beatas (España), beguinas (Bélgica) o bizzoche (Italia).9 Sin vincularse con la institución reglada de un monasterio o convento, ni abandonar contacto con el mundo a diferencia de las emparedadas o murate o incarcerate, encarnaban una vida pía, dedicadas al trabajo, la oración y las prácticas caritativas. Aunque podían llevar este estilo de vida individualmente, solían estar asociadas en beaterios, siendo los últimos especialmente frecuentes en el caso de las extranjeras, como es el caso aquí analizado. Precisamente en Roma, se han contabilizado 25.000 casos de beatas en tiempo de Martín V (1417-1431) y 55.000 entre 1526-1527 (Lee 2006, p. 153).
Más concretamente, se menciona a la “ministra de les bitzoques” o superior de este beaterio abonando la anualidad de la cofradía de Nostra Dona en 1507. En los registros encontramos un número considerable de otras alusiones a beatas. En primer lugar, “la senyora beata Vidala”, cofrade entre 1512 y 1515, quien probablemente pueda identificarse con Llàtzera, la esposa del cofrade Antoni Vidal, fallecida en torno al 1515.10 También una “beata valenciana”, cofrade entre 1511 y 1513; otra “madona beata”, en 1514 y 1515; la “behata Tecla Sanxia, valenciana”, en 1515; y una “dona Juana beata”, cofrade en 1516 y 1517. Probablemente algunas de ellas sean la misma persona, recogida su presencia de diverso modo.
Seguramente formara parte del beaterio un número mayor a las citadas, de manera permanente o durante algún tiempo hasta cambiar su condición a la de mujer casada o de entrar a formar parte de una comunidad religiosa institucionalizada. Este podría haber sido el caso de Tecla Sanchis, citada como beata en 1515 y como monja en 1518.11 También podían permanecer vinculadas al beaterio incluso estando casadas, como en el caso de Llàtzera, la esposa de Antoni Vidal, que acabamos de indicar.12
Aparte de las anteriores, hemos rastreado otras mujeres que sí habrían formulado votos entre las vinculadas con la cofradía. Es el caso de “sor Aulària” (probablemente, Eulàlia), difunta en 1507, por cuyo motivo no tuvo tiempo de ingresar en la cofradía, pero había sido atendida en el hospital de San Nicolás y encargó a ésta de Nostra Dona la celebración de sus funerales.13 Y de una tal madonna Clara, oriunda de Sicilia, cofrade desde al menos 1512. Estuvo casada con el maestro barbero Joan Antoni, quien entregó donaciones en metálico en su nombre. En 1518 se la cita como “sor”, por lo que pudo tomar los hábitos tras enviudar, también éste un fenómeno bastante común.14
Vinculadas al beaterio o no, las mujeres fueron un elemento fundamental en la religiosidad y para el éxito de las cofradías desde la Baja Edad Media (Esposito, 2010, p. 155). También desempeñaron un rol fundamental en la economía y en la sociedad romanas, ocupándose con frecuencia en el servicio doméstico en familias nobles o eclesiásticos, del lavado de los paños, hilar, coser, tejer, la venta de objetos religiosos, enseñar las arti muliebri a las jóvenes, o en su dedicación a la asistencia a enfermos y ancianos (Saunier, 1986, pp. 235-246. Esposito, 2010, pp. 161-162). Precisamente esta última tuvo una especial trascendencia, puesto que la asistencia material y espiritual al prójimo constituyó la raíz del resto de manifestaciones de esta comunidad.15 No en vano, desde sus orígenes pretendieron seguir el lema “ad servitium Dei, et utilitatem hospitalis et domorum ac pauperum, et honorem nationis”.16 También mediante la asistencia al necesitado se mostraba una imagen potente de la Corona de Aragón ante el papado y ante el resto de nationi (Ruiz Garnelo, 2023b).
Las fuentes dan múltiples ejemplos de asistencia desempeñada por un número significativo de oriundas de la Corona de Aragón en Roma y desarrollada en el domicilio propio o en el de los pacientes.17 Por ejemplo, Caterina Pasqual o Caterina Vila,18 cofrade desde al menos 1509, cuidó en su propio domicilio de Joan Torra a causa de su enfermedad.19 Aunque en esta ocasión prestaremos atención a la asistencia al necesitado relacionada con esta cofradía: particularmente, con una mujer, la hospitalera Marina de la Torre.
El cargo de hospitaler había existido desde el periodo anterior. Se había encargado de recibir y ayudar a quienes acudían en busca de asistencia, de hecho, residía en el propio hospital. Desde al menos 1506 se menciona específicamente a una hospitalera, aunque no significa que no desarrollase sus funciones con anterioridad. No se conserva el nombre de ninguna mujer que hubiera sido asistida en las casas hospital, aspecto especialmente sorprendente si se tiene en cuenta la tradición de que Santa Margarita estuvo destinado a la asistencia a las mujeres: probablemente se hayan perdido los registros tanto de las asistidas, como de las asistentes. Era frecuente en los territorios de la Corona de Aragón que la esposa del hospitalero fuera la hospitalera (Gallent Marco, 1981, p. 81), a fin de que también el sector femenino pudiera beneficiarse de la hospitalidad. Ha quedado constancia de instituciones femeninas similares en Roma para el caso castellano [Figura 2]: el hospital yspanorum situado en el rione Trevi, al “incrustado en los arcos del Coliseo”, al de Santa Maria della Pace trasladado en 1496 a la colina Capitolina y al que estuvo cerca del convento de Santa Maria de Aracoeli y fue transferido en 1505 a la plaza de Santa Chiara (Vaquero Piñeiro, 1999, pp. 94-95).
Marina de la Torre –en ocasiones, de la Torra– fue “spitalera” de la cofradía desde su primera mención coincidente con la fundación en 1506, hasta su muerte (Ruiz Garnelo, 2023d, p. 294). Estuvo gravemente enferma en 1508 y en noviembre de 1514, hasta el punto de requerir de la ayuda económica de la cofradía: “a 4 de dit donam mos companyons e yo a madona Marina esent malalta per aiutare cinch carlins. / A 13 de dit donam alla dita Marina stant molt malla”.20 Rogó testamento, siendo su voluntad dejar una gran cantidad de bienes a la cofradía, como explicaremos en el apartado siguiente. Falleció probablemente a finales de ese año, como se deduce del pago por parte de Galvarà de una cantidad “a Sant Gregori per lo soterrar de sa muller”.21 Estuvo casada con Bertomeu En Blanc, custodio de la casa-hospital de San Nicolás en diciembre del 1502 y en noviembre del 1503, y tras la fundación de la cofradía, hospitalero de la misma hasta su fallecimiento en 1509 (Ruiz Garnelo, 2023d, pp. 269-270 y 282).22 Desde al menos 1513 la hallamos desposada con Pere Galvarro o Galvarà, mestre de origen aragonés, cofrade con el cargo de limosnero y mandatari (Ruiz Garnelo, 2023d, 271-274, 277-279 y 287). Es decir, conservó el cargo de “spitalera” independientemente de su condición de casada o viuda y del oficio o cargo en la cofradía de sus esposos.
La figura de Marina de la Torre enlaza además con el último punto de nuestro análisis sobre la profunda huella del sector femenino en la cofradía de Nostra Dona y en la comunidad de la Corona de Aragón en Roma: la repercusión de estas mujeres en el mantenimiento y en el acrecentamiento del patrimonio, por la cantidad y calidad de las donaciones que hicieron a la misma.
4. ROL DESEMPEÑADO EN EL DESARROLLO DEL PATRIMONIO DE LA COFRADÍA
En lo que respecta al patrimonio cultural y artístico de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat, han sido objeto de estudio, principalmente, la construcción de la nueva iglesia, y en particular los proyectos de Antonio da Sangallo el Joven (Lerza, 1986 y 1996. Tafuri, 2000); así como la escultura gótica de la Virgen con el Niño (Canalda Llobet, 2015. Ruiz Garnelo, 2021b) y algunas piezas de orfebrería (Tejada Vizuete, 2006-2007). Sin embargo, el patrimonio fue mucho más rico y complejo. Algunos elementos, como explicaremos a continuación, estuvieron directamente relacionados con el colectivo femenino.
Ya la casa-hospital de San Nicolás había tenido obras de arte desde sus orígenes, vinculables al patrimonio personal y familiar de Jacoba Ferrandis. No puede saberse con exactitud, puesto que el documento más temprano que se ha conservado es la venta Pons Astoris, su sucesor, hizo de los bienes de menor valor o excedentes en el momento de su relevo [Anexo 1]. Entre estos bienes vendió una tela pintada y unas tablas de pequeño tamaño calificadas como “ad modum grecorum”, esto es, en las cuales se apreciaban los convencionalismos del arte bizantino, propios de los iconos orientales que en ese periodo circulaban por Roma. Ninguna de estas obras puede identificarse con las piezas conservadas en la Iglesia Nacional Española, las cuales pasaron a formar parte de su patrimonio en 1910 gracias al legado de Juan Aguas. Concretamente, posee un icono denominado Virgen de la Consolación y otros dos conjuntos pintados sobre tabla –se deduce por la repetición de algunas de las escenas representadas. Han sido atribuidas a las escuelas véneto-cretense y adriático-cretense de los siglos XVI y XVII (Rivera de las Heras, 2018, pp. 82 y 86).
Además, para el servicio de la capilla disponía al menos de un cáliz de peltre, con el cual se pretendía imitar la belleza de la plata a un coste menor; un misal y dos breviarios, un altar portátil, candelabros y antorchas, campanillas, la caja para conservar las hostias y la bacineta para recoger las limosnas. En lo que respecta al textil, se vendió un conjunto blanco destinado a oficiar las misas capilla de San Nicolás; y para vestir el altar, dos manteles, un velo blanco a rayas celestes, dos dosales (de los cuales uno con motivos a la morisca), otros cuatro paños blancos, una bolsa con tres corporales, un manutergio y otra suppellectium, todos ellos de seda y cuidadosamente confeccionados. Recordemos que se trata únicamente de lo que está siendo vendido, por lo que aquello que tendría como mínimo su equivalente numérico, si no de mayor calidad y belleza, entre lo que se conservó y por consiguiente no recogen las fuentes. La riqueza de este patrimonio textil de tiempo de Ferrandis no será igualada hasta el siglo XVI.23
A partir de 1506, año de fundación de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat, dos factores produjeron la verdadera explosión en el número y calidad de las piezas: por un lado, el incremento de las necesidades de culto y de acogida hospitalaria; por otro, el número creciente de adhesiones y la consiguiente llegada de donaciones en metálico y en especie. No sólo hubo más, sino que tuvieron una mayor calidad. Ha quedado constancia de la implicación de estas mujeres, quienes entregaron desde imágenes hasta objetos destinados a la asistencia, pasando por objetos de orfebrería o textiles. En su mayoría los bienes llegaron postmortem, pero también hubo casos de donaciones realizadas en vida o en el momento de ingresar a la cofradía. Resulta llamativo como en algunos casos, ni siquiera la generosidad de estas mujeres les evitó el anonimato al cual las relegaron las fuentes, como es el caso de Joana Camarasa, sobre la cual profundizaremos en adelante.24 Su número y valor fue variable, acorde a la heterogeneidad del grupo.
En 1519, Magdalena, oriunda de Nápoles, entregó una obra de arte en el momento de su ingreso a la cofradía, probablemente como un pago en especie en vez de abonar los dos ducats en metálico. Aunque la temática y estilo no han podido ser descubiertos, que se tratase de una imagen de mármol podría hacer pensar en unas características “a la clásica” (Ruiz Garnelo, 2021b, p. 118).25
Un nuevo cáliz de plata podría haberse realizado a partir de la “crathera argenteum” donada por la ya mencionada Joana Camarasa.26 Dicha “tasa d’argent” llegó a la cofradía entre finales de 1515 y principios de 1516, por lo que es recogida en el añadido al inventario de bienes de 1515, que incluye las donaciones desde la realización de éste en febrero de ese año hasta el mismo mes del siguiente.27 Durante esta misma anualidad fue entregada “huna basina per lo pa beneyt lysa”, probablemente una patena, por una tal Esperança.28
En lo que respecta a la indumentaria, la ya citada Camarasa aportó una gonna de chamelote negro destinada al servicio en la capilla de la cofradía.29 Asimismo, fue especialmente destacable la generosidad de Marina de la Torre, hospitalera de la cofradía. Ya en 1509 donó un conjunto de color negro, realizado en fustanes y compuesto de casulla, estola y manípulo.30 El año siguiente entregó un palio del mismo material y del mismo color negro, solo que ornamentado con una cruz blanca.31 Todo ello puede interpretarse con una de las finalidades primordiales de la cofradía de Nostra Dona: asistir a los connacionales de modo que todos, independientemente de sus posibilidades, pudieran tener unos funerales dignos. En esta misma línea se había realizado el “drap dels morts” (Ruiz Garnelo, 2023c, p. 101-102) y se donaron “camyses de lana negra” para que también hicieran uso de ellas las personas más cercanas al difunto.32
Ante su grave enfermedad, Marina de la Torre especificó en su testamento de finales de 1514 la voluntad de ser sepultada en la iglesia romana de San Gregorio y de dejar una serie de bienes al “al hospital vulgo dicto cathalanorum”.33 En efecto, como ya indicado, en diciembre de 1514 se realizaron los pagos por su enterramiento en dicha iglesia34 y desde enero de 1515 encontramos aquellos, junto a otros muchos, tanto en el añadido al inventario de bienes de 1514 [Anexo 2] como en el inventario que dio inicio a la anualidad de 1515 [Anexo 3]: dos manteles, más de cuatro pares de sábanas, cojines y telas para sus fundas, delicados tejidos con que confeccionar corporales, palia y cubrecálices… en gran parte de seda y ornamentados con motivos bordados en hilo de oro. Insertos entre todos estos bienes quedan algunos misales y breviarios, pero no podemos confirmar ni desmentir si fueron aportados también por Marina de la Torre, a causa de la escasa concreción de los inventarios inmediatamente anteriores.35 Sí cabría sumar, sin lugar a dudas, la donación de un lecho completo, con sus colchones, sábanas y almohadón, que dejó especificada en su testamento.36
En lo que concierne a los manteles, destacan también las aportaciones de Isabel Sanchis y de la senyora Tarafa o Tarasa. La primera, viuda del maestro y benefactor de la cofradía Joan Bondia, donó “huna tovallola blancha hobrade de fill blanch”.37 La ausencia del nombre de pila de la segunda abre diversas interpretaciones: Constança Tarasa, esposa de un tal Sancho Tarasa; Francisca, o Esperança. En todo caso, su condición socioeconómica era elevada y a partir de 1513 se registraron contemporáneamente sólo dos Tarasa: Esperança y “na Tarasa”, la cual tomó los hábitos en 1516. Donó dos manteles, uno de los cuales ornamentado con motivos renacentistas.38
Hallamos diversos objetos realizados en coral. Este material debe relacionarse con las creencias de la época en sus poderes apotropaicos o de repelente de los males y de los peligros, así como por su color con la alusión a la sangre y por consiguiente a la muerte salvadora de Cristo (Musacchio, 2006, pp. 139-156). Hay numerosos testimonios, tanto en la forma de rosarios como de collares, en muchos casos con fragmentos a modo de colgante del mismo, tanto en las fuentes documentales (Esposito, 2012, p. 253) como en la pintura coetánea o algo anterior. Entre otros ejemplos, son especialmente conocidas las pinturas de la Virgen de Senigallia (h. 1470) o la Pala de Brera (1472) [Figura 3], ambas de Piero della Francesca, la Virgen de la Victoria (1496) [Figura 4] de Andrea Mantegna, la Circuncisión (h. 1470) de Cosmè Tura, diversos retratos de jóvenes de Domenico Ghirlandaio o el Retrato de Selvaggia Sassetti por Davide Ghirlandaio. En La Virgen con el Niño (h. 1520) atribuida a Gérard David y conservada en el Museo del Prado, se observa precisamente a Jesús corriendo con su mano las cuentas de un rosario de coral. Se mantendrá con posterioridad y en una amplia geografía, tal como ilustran retratos como el de Helena Leideckers (1643) por Hendrick Coster. Un ejemplo de este fenómeno en lo que respecta a la cofradía de Nostra Dona de Montserrat, fueron los paternoster donados a la cofradía por Margarita, esposa del sastre y cofrade Joan Armenyach.39 Hallaremos incluso pequeñas esculturas de carácter devocional [Figuras 3 y 4] realizadas con este material, tanto entre los bienes de la cofradía, como entre las posesiones personales de las cofrades.40
Para finalizar, resulta excepcional la voluntad de donar “65 ducats de bona moneda […] al dit hospital per aiudar a pagar les cases comprades per fer la yglesia” por parte de una tal Luisa. Éstos se hicieron efectivos en 1517 por medio del protonotario Lerma y el banco de Burgarini,41 por lo que nos inclinamos a identificarla con la única de las cofrades así llamada que podría haber fallecido en esa fecha. Se trata de la esposa de un maestro Pere todavía sin identificar, procedente de Florencia como fue relativamente frecuente entre las esposas de los cofrades.42 Toda donación merece ser tenida en cuenta, puesto que podría estar ilustrando una generosidad similar a la de la parábola evangélica del óbolo de la viuda (Marcos 12, 41-44. Lucas 21, 1-4). Sin embargo, resulta significativamente alta si la comparamos con la del resto de mujeres, incluso con las de muchos hombres: no tuvo igual entre las primeras, y entre los segundos fue equiparable a los cincuenta ducats d’or de cambra –66 ducats corrents con 50 baiocchi– del cofrade Pedro de Urrea, embajador del rey Carlos V ante la Santa Sede junto a Jerónimo de Vich desde 1516 hasta su muerte el 10 de abril de 1518 (Manglano y Cucaló de Montull, 1958, p. 120).43
5. CONCLUSIONES
El presente trabajo reconstruye la existencia de un conjunto de mujeres vinculadas a la cofradía de Nostra Dona de Montserrat de Roma desde su fundación en 1506 hasta 1518. Se hace especial hincapié en cómo su presencia fue un motor cultural, analizando las características de su espiritualidad, su ejercicio de la hospitalidad y su contribución al desarrollo del patrimonio cultural y artístico. También hemos considerado los antecedentes, en concreto, las importantes aportaciones de Jacoba Ferrandis y de Margarita Pauli. Por un lado, fundaron dos hospitales donde acoger a sus connacionales en Roma, San Nicolás y Santa Margarita. Por otro, donaron diversos inmuebles, un patrimonio asistencial y un conjunto de obras de arte especialmente rico en el caso de Ferrandis, el cual comprendía desde imágenes sobre tela y tabla hasta un cáliz, textiles y libros vinculados a la liturgia.
Hemos reflexionado sobre los obstáculos para identificar la presencia de las mujeres en las fuentes, y cómo aumentó su visibilidad a partir del surgimiento de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat. La participación del sector femenino en dicha iniciativa alcanzó entre un cuarto y un quinto de las adhesiones. Esto obliga a reconsiderar las cifras previamente aceptadas sobre la presencia de la Corona de Aragón en Roma, y a abrir nuevas perspectivas de estudio que analicen el papel de estas fieles como receptoras de las expresiones culturales y artísticas de aquel contexto.
Además, hemos contribuido al mejor conocimiento de la espiritualidad femenina, gracias a descubrir un beaterio a través de la afiliación a la cofradía de algunas de sus componentes. También hemos puesto en valor la misión ejercida por Marina de la Torre, spitalera y generosa donante. Por último, hemos enumerado las pruebas del interesante y hasta ahora desconocido rol desempeñado por numerosas cofrades en la conformación del patrimonio de la cofradía, como promotoras culturales a través de la entrega de donaciones en metálico y en especie, tanto en vida como después de su fallecimiento.
6. FINANCIACIÓN
Las investigaciones que posibilitaron este trabajo fueron realizadas gracias a un contrato FPU del Ministerio de Universidades y en el marco del Proyecto PID2021-126266NB-I00 “VINOBLE - Vivir noblemente en la Valencia moderna, una corte de la monarquía hispánica”, financiado por MCIN/ AEI /10.13039/501100011033/ y por FEDER Una manera de hacer Europa, dirigido por Yolanda Gil. Agradecemos también a los rectores de los Establecimientos Españoles en Roma, Mariano Sanz y José Jaime Brosel, haber podido consultar los fondos.
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8. ANEXOS44
8.1. Venta de los bienes de la casa-hospital de San Nicolás “catalanorum” de Roma por Pons Astoris (Archivo de la Obra Pía – Establecimientos Españoles en Italia, Roma [AOP], vol. 41, ff. 12v-13, h. 1385-1391).45
Infrascripte res fuerunt in vente in supradicta domus post mortem predicte Iacobe Ferrandi, domina et gubernatrix prefacte, que fuerunt inventariatum per dominum Pontium:
In primis, unam cassam, in qua erant unum paramentum album cum suis fornimentum per dicendo missa.
Item, due tobalie laborate de syrico et unum velum de sirico albo cum listis celestis.
Item, quatuor panni albi.
Item, unum dosale laboratum de sirico ad modum sarracinorum.
Item, unum manutergium laboratum de syrico.
Item, aliud dossale talem qualem.
Item, unum suppellectium talem qualem.
Item, unum calicem de peltro.
Item, unum altare portatile.
Item, una bursa cum tribus corporalibus.
Item, unum tintinabolum fraçatum.
Item, una capsa pro hostie.
Item, duo candelabra ferea.
Item, unum missale bonum.
Item, unum pannum depictum cum ymaginibus.
Item, tabulle parve depicte ad modum grecorum.
Item, duo brevaria antica et lacerata, sine principio et sine fine.
Item, sunt in quodam saculo (tachado) terdecim instrumenta pertinencia tam racionem dicte domus et racionem supradictarum vinearum.
Item, duo bancalia cum listis albi, e croceis nigris et dimidie.
Item, unam tovaleam.
Item, otto lantiamina.
Item, unum cenitale.
Item, unam cultream parvi valoris.
Item, unam caldariam parvam.
Item, unum calderocium.
Item, unam cultream albam antiquam.
Item, duas alias cultras veteres.
Item, duo capitalia lacerata.
Item, duo suspidania magna et antiqua.
Item, duas sartiginellas.
Item, unam secam.
Item, otto colgas de ligno veteres et semifractas.
Item, V sacones cum paleis laceratos et antiquos.
Item, V matalacia vetera et lacerata.
(Nota al margen: Consideret reverencia nostra si infra spacium tot annorum multa fuerunt lacerata, perdita et distracta).
8.2. Añadido al inventario de bienes de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat de Roma de 1514 [fragmento]. AOP, vol. 664, f. 98v, h. enero de 1515.
La roba que madona Marina, muler de Galvarra, dexà alla companya, és la sigent, la qual reberem a 7 de janer 1515:
Primo, una caxa ab son pany e clau, en dita caxa huit pesses de lensols casi nous.
Dos tovales: la huna bona, l’altre vella.
Un tros de drap nou […].
Trosos de drap brodats de ros per fer coxins.
Un coxí bru, coxí de ploma, ab sa coxinera vella.
Un lit, ço és pots e dos caxes velles, ab lo qual ha màrfegua, un matalaf, un treveser ab listes, una flasada blancha y rossa.
Més un forser vel cubert de cuyro.
Més un rifust d’or de aram.
Més una becina de tenir aygua
Més un cossí.
Mes un mig cofre vell fet alla barsalonina.
8.3. Inventario de bienes de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat de Roma de 1515 [fragmento]. AOP, vol. 664, f. 173v-174, 09/02/1515.
Huna caxa ab sa tanquadura que dixà madona Maryna de la Torra, ab les coses seguents:
Primo, huna tela vela de lanso[l] per desotta
Més vuyt lansolls casy nous he bons.
Dos tovalles de taule: huna bona, altra vella.
Hun tros de drap de trellys, syrcha huna c[anna].
Dos coxy[n]s vells, sis coxineres.
Dos trossos de drap brodat per fer coxins.
Hun tros de domàs hobrat de groch per fer coxins, sircha tres palms.
Hun mysal bell he nou de pergamí.
Hun altre mysal de pergamí vell.
Hun brevyhari de pergamí gran
Hun altre mysal vell de pergamí.
Hun altre mysal gran d’estampa.
Hun brevyari d’estampa romà.
Tres teles de lansols: dos bones he huna tryste, per adobar los altres lansols.
Hun tros de tela nova syrcha sis palms per fer dos amits bons.
Sinch tovalloletas entre blanques y brodades per tenir sobra lo caliser de tela que donà madona Maryna.
Tres vels de banbasino per tenir sobra lo calser, donà dita dona [Maryna].
Huna tovalloleta de tela fina que donà dita dona [Maryna] per fer corporals.
_______________________________
1 Universitat de València, Departament d’Història de l’Art. Mail: Isabel.ruiz-garnelo@uv.es.
2 El límite en 1522 se debe a las importantes lagunas que se producen en la documentación a partir de ese año.
3 También se ha transcrito su nombre de pila como Giacoma, y su apellido, como Ferrandi o Ferrán. Habitaba en el rione Arenula, posiblemente pertenecía a una familia de mercaderes y se trataba de una célibe o viuda sin descendencia. En cualquier caso, su condición acomodada queda justificada por la posibilidad de fundar la casa-hospital de San Nicolás en una vivienda de grandes dimensiones adquirida en una zona dinámica a nivel comercial y de paso para los peregrinos, por haberla dotado con su ajuar personal y poseer además otra vivienda en la contrata Magnapoli. No ha pervivido su testamento y hay un desperfecto en la fecha de su codicilo, pero pudo tener lugar entre 1385 y 1391: Archivo de la Obra Pía – Establecimientos Españoles en Italia, Roma [AOP], vol. 41, ff. 11v-12, Codicilo de Jacoba Ferrandis, h. 1381-1391. Fue copiado, aunque con algunos errores, en AOP, vol. 40, ff. 7-9, s. XVII. Completa esta información AOP, vol. 41, ff. 10-11, Memoria de la congregación de notables de la Corona de Aragón en Roma, 27/05/1425.
4 Su apellido se ha transcrito tanto como Pauli y Paoli. También ella pudo ser una célibe o viuda sin descendencia, perteneciente a la clase acomodada. En este caso, la casa-hospital de Santa Margarita y otros inmuebles donados por ella se localizaban en torno a la iglesia de Sancto Tommaso de Hispanis, donde quiso ser sepultada y que actualmente se corresponde con la de los Santi Giovanni e Petronio dei Bolognesi: AOP, vol. 41, ff. 129-130v, Donación inter vivos de Margarita Pauli, 11/03/1391; ff. 130v-131, Testamento de Margarita Pauli, h. 1389/1392. Ambos fueron transcritos, con algunos errores, en AOP, vol. 40, ff. 24v-34v y 34v-39r, s. XVII, respectivamente. Completa esta información., nuevamente, la Memoria de la congregación en AOP, vol. 41, f. 129, 27/05/1425.
5 AOP, vol. 41, f. 12. Se cita a Astoris como “dominum” y a dicha Andrea como “donnam”, ambos términos sin abreviar, a excepción de la “m” final. El término femenino no procede del latín, sino que se incorpora de las lenguas vernáculas coetáneas: del italiano donna tan cercano al catalán dona, por lo que su traducción resulta ambigua al referirse al sexo femenino pero emplearse, aún a día de hoy, como sinónimo de la condición de esposa. Teniendo en cuenta lo inusual de que una mujer se llamase Andrea en aquella época, existe la posibilidad de que el nombre de pila de aquella donna permanezca desconocido y se estuviera indicando el nombre de pila de su esposo (Andrea es Andrés, en italiano); o incluso el apellido Andreu, patronímico semejante al caso de las fundadoras, Ferrandis por Ferrando y Paoli por Paolo.
6 AOP, vol. 41, f. 31, Registro de entradas y salidas de la casa-hospital de San Nicolás, 1984.
7 AOP, vol. 41, f. 29-29v. Abono del censo de cuatro libras de cera por parte de la casa-hospital de San Nicolás al rector de la iglesia de San Salvador de Caccaberis, 17/02/1474, 09/11/1475 y 29v (03/12/1476). Otras posibles transcripciones son Blasio o Blasco, y el apellido Ferrera. Se le describe como catalán, aunque no podemos certificar si procedía de alguna de las diócesis catalanas o se estaba haciendo un uso genérico del término, remitiendo a cualquiera de los territorios de la entonces Corona de Aragón, como solía ser habitual.
8 Los registros de los y las cofrades de los años 1506, 1507, 1513, 1514 y 1515 se conservan más o menos completos, por ello se ha utilizado una totalidad más intensa (azul en el caso de los hombres, rojo en el de las mujeres) y una línea continua. Sin embargo, la documentación entre 1508 y 1512 presentan muchas pérdidas, por lo que se ha reconstruido la composición de la cofradía a partir de menciones indirectas, como las donaciones y limosnas o las alusiones a anualidades que no habían sido pagadas en el registro de 1513. La composición a partir de 1516 tampoco se conoce por un registro al uso, sino por añadidos al de 1515 sobre la renovación del pago de la anualidad en los años sucesivos y apuntes dispersos sobre las nuevas adhesiones o sobre donaciones en objeto y en especie por parte de un conjunto de personas que son calificadas como cofrades. El empleo, por consiguiente, de una tonalidad más suave y de una línea discontinua, indican que la cifra fue con toda probabilidad mayor.
9 A éstas se suman otras formas de vivir la espiritualidad, que se traduce en una gran variedad terminológica cuyos límites no siempre están claros (Muñoz Fernández, 2005, p. 735). Entre la gran cantidad de estudios, remitimos a los de Esposito 2004-2005; 2009; 2010; 2012; 2018 y 2019, sobre la presencia femenina en el contexto religioso romano.
10 El abono de la anualidad de esta cofrade se mantuvo incluso en 1515, aunque el término obiit aparece junto a su nombre ya en el listado de 1513. AOP, vol. 664, ff. 69v y 197v, Registro de entradas y del abono de la anualidad, 1513 y 1515.
11 Su apellido es transcrito también como Sanxis o adopta la forma femenina de Sanxa. Esta valenciana, procedente de Xàtiva, figuraba entre los miembros de la cofradía ya en el momento de su fundación (1506). Rogó testamento en 1508, cuando estaba siendo atendida de su grave enfermedad “in domo hospitalis cathalanorum sit in Regione Arenule”. Sus albaceas fueron Miquel d’Usan y Jaume Sitior, quería ser enterrada en la iglesia romana de San Gregorio pero donar una serie de bienes a dicho hospital de su natione, el cual debe ser todavía identificado con San Nicolás: ASC, Urbano, LXVI, vol. 110, f. 49, Testamento de Tecla Sanchis, 25/10/1508.
12 Mossén Antoni Vidal fue un mercader mallorquín, hijo y hermano de los también mercaderes Joan y Ramon Vidal (Vaquero Piñeiro, 1994, pp. 480-482; 1998, pp. 162-163 y 170), cofrade al menos entre 1512 y 1520, y directamente implicado en el gobierno de la institución como conseller, guardià, diputat, obrer de la fàbrica y testigo en los principales acontecimientos de la misma (Ruiz Garnelo, 2023d, pp. 261, 274-276, 279-280 y 295).
13 “Item, pagà a dit mossén Anthoni vehí per despesas havia fetas en lo soterrar de sor Aulària, qui morí a l’hospital: Juli VII gros I”. AOP, vol. 664, f. 8v, Registro de entradas y salidas de la cofradía, h. principios 1508.
14 Por este motivo el marido no puede ser Joan Antoni Maseller, correo, quien donó una cantidad a la cofradía en febrero del 1518; ni el mestre Joan Antoni, chiavaro ocupado en las cerraduras de las puertas de los inmuebles de la cofradía a finales de 1519. AOP, vols. 664 y 1221.
15 “Oportet nos diem messionis extreme, misericordie operibus prevenire, et intuitu eternorum talia seminare in terris, que reddente Domino cum multiplicato fructu recolligere valemus in Celis. […] Salvatoris Dei et Domini Nostri Ihesu Christi […], vive vocis oraculo inquientis «quod uni ex hiis minimis fecistis michi fecistis» admonitio nos invitavit. Sic igitur circa hospitalitatis huiusmodi frugem in benedictionibus seminemus quod per hec et alia bona que inspirante Domine fecerimus ad eterne possimus felicitatis gaudia pervenire”. AOP, vol. 41, f. 10, Memoria de la congregación, 27/05/1425. La primera parte remite a Gálatas 6, 7-10; la segunda, a Mateo 25, 40, donde Cristo equipara la ayuda proporcionada a cualquier hambriento, sediento, desnudo, forastero o encarcelado, con el servicio a la propia divinidad.
16 AOP, vol. 41, f. 10v, Memoria de la congregación, 27/05/1425.
17 Una de las escenas más representadas y tal vez la más ilustrativa de esta asistencia a las mujeres por parte de mujeres es la del Nacimiento de la Virgen [Figura 2].
18 Esta oscilación responde al uso del apellido paterno o al del esposo. Aunque carecemos de pruebas, puede ser útil tener en cuenta que durante este arco cronológico hubo entre los cofrades un Joan Pasqual, doctor de Puigcerdà, además un Pau Vila y dos Vilar, Joan y Miquel. Se nombra a otra cofrade coetánea también llamada Caterina Vila, tal vez por error o porque se trate de una hija.
19 De hecho, rogó su testamento “in domo predicte done Catherina Paschale”: ASC, LXVI, vol. 110, f. 57v, Testamento de Joan Torra, 10/03/1509. Éste es citado como “honorable” y clérigo de la diócesis de Gerona.
20 AOP, vol. 664, f. 101v, noviembre de 1514.
21 A pesar de que el término obiit aparece junto a su nombre en los registros de miembros de la cofradía desde 1513, los gastos por su enterramiento figuran en AOP, vol. 664, f. 105v, h. finales de 1514. Son coherentes con la fecha de su testamento, conservado en el ASC, LXVI, vol. 112 f. 82, finales de 1514, así como con la llegada de estos bienes a la cofradía de Nostra Dona de Montserrat a principios del año siguiente, como expondremos en el siguiente apartado.
22 Que no siempre se especifique el nombre de pila, sino que sea designado como “En Blanch”, dificulta distinguirlo de Jaume En Blanch, probable familiar suyo. Sin embargo, dicho Jaume está documentado ya en 1501 y hasta diciembre del 1502, a partir de cuando aparece Bertomeu: a finales de aquél año se nombró a Jaume como spitaler y a Bertomeu como custodi, pero este segundo probablemente heredó el cargo tras el fallecimiento de Jaume a finales de ese año 1502, hasta 1509 o 1510, cuando Marina es citada como viuda: AOP, vol. 41, ff. 2v (1501), 44-45 (1501), 83-83v (1501-1503), 98 (1502) y 98v (1505-1506); vol. 617, f. suelto (08/09/1510); vol. 664, f. 13 (1510).
23 AOP, vol. 41, f. 44-44v, Inventario de bienes de la casa-hospital de San Nicolás, 1501.
24 En los documentos de la cofradía conservados en el Archivo de la Obra Pía, se la menciona como “Cortala” en 1508 y 1509, como esposa de Mariano Cortal en primeras nupcias; y “Comes als Cortala” en 1511, tras su matrimonio con el cofrade y cursor del papa Julio II, Pere Coma o Comes. Sólo a través de su testamento hemos descubierto su apellido paterno, Camarasa –en ocasiones, Comarasa.
25 “A madona Madalena napoletana per la ymage de marbre a crèdit de Antoni Vidal: 2 ducats”. AOP, vol. 1221, ff. 25 y 27v, Registro de entradas y salidas de la cofradía, 12/02/1519. Las pérdidas de los registros en esta fecha no han permitido encontrar más información sobre ella.
26 “Dimisit eidem societati et hospitali Beate Marie unum crathera argenteum […] pro calice ibidem facendo”. ASC, LXVI, vol. 112, f. 115v, Testamento de Joana Camarasa, 09/10/1515.
27 AOP, vol. 664, f. 174v. Se desprende de la expresión que lo antecede: “Tot lo deval s’és dat en temps de mº Rafel Vydal et Pere Alinya”, siendo Vidal y Alenya, junto a Joan Bernich, los guardianes de aquella anualidad (Ruiz Garnelo, 2023d, p. 273). Sin embargo, como suele ser habitual, el término obiit aparecía ya junto a su nombre en los listados de 1513.
28 AOP, vol. 664, f. 174v. Nos decantamos por identificar a la donante con la cofrade así denominada que procedía de Navarra, y que debió fallecer o abandonar la ciudad de Roma en este tiempo porque su presencia en los registros se interrumpe. Pero no puede descartarse que fuera una donación de cualquiera de las otras muchas cofrades denominadas Esperança: la valenciana, cofrade desde 1512 hasta su muerte en 1517; la burgalesa, cofrade hasta al menos 1518 y esposa de uno de los Carbonell. Tampoco podemos confirmar ni desmentir si su apellido fue Tarasa, Fuster o Suarro, siendo en los dos últimos casos la esposa del cofrade Joan Català o de un catalán de nombre Joan.
29 “Dimisit et legavit domui et societati hospitali cathalanorum Beate Marie de Monte Serato de Urbe unam vestem gonnam suam ex camelloto nigro facta que sit et de servici habeat per capila facendo promissis in dicto hospitali celebrandis”. ASC, LXVI, vol. 112, f. 115v, Testamento de Joana Camarasa, 09/10/1515. De hecho, el Añadido al inventario de bienes de 1515 recoge “huna gonella de xamellot negre ab pedana verda, ha donat la muller del dit Pere Choma morí en dit temps”. AOP, vol. 664, f. 174v.
30 “Madona Marina dela Torra olim muller de Barho Blanch dona un vestiment de fustani negre ab camisa, casula, stola, manípulo e corda ensemps ab una sacula blancha”. AOP, vol. 617, f. suelto con el nº 16, Registro de entradas y salidas de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat, 08/09/1509.
31 “Madona Marina muller d’en Blanch quomdam dona un pali de fustani negre ab una creu blancha”. AOP, vol. 617, f. suelto con el nº 17, Registro de entradas y salidas de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat, 08/09/1510.
32 “Més un cofre de fust en lo qual estan vuyt camyses de lana negra per los morts”. AOP, vol. 664, f. 174v, Inventario de bienes de 1515, 09/02/1515. Es sabido cómo el número de familiares, amigos, sirvientes, pobres y plañideras, su aspecto y el modo de éstos de explicitar el dolor era un indicador de cómo había sido dicho difunto en vida.
33 ASC, LXVI, vol. 112, f. 82, Testamento de Marina de la Torre, finales de 1514.
34 AOP, vol. 664, f. 105v, h. finales de 1514.
35 En el inventario de 1513 únicamente se recogió la posesión de “serts libres, misals y altres escriptures”; y en el de 1514 se decía que había “certs libres vels”: AOP, vol. 664, ff. 20 y 98, respectivamente.
36 ASC, LXVI, vol. 112, f. 82, Testamento de Marina de la Torre, finales de 1514.
37 AOP, vol. 664, f. 174v. Su apellido aparece transcrito también como Sanxis e incluso Xanxis.
38 “A Pasque en temps de mossén Rafel Vidal e Pere Alenya […] huna tovallola ha dade la Senyora Tarasa. Més huna tovalla de tela romanescha en dit temps a dade la dita Senyora Tarasa”. AOP, vol. 664, f. 174v, Añadido al inventario de bienes de 1515, febrero de 1515-febrero de 1516.
39 “Serts paternostes de coral que dona madona Margarida d’Armayach”. AOP, vol. 664, f. 19v, Inventario de bienes, 1513.
40 “Huna capsa de fust dins la qual hes huna figura de santa magdalena ab hun haltra de coral lonch que son / hun jesuset dins dita capsa”. AOP, vol. 664, f. 173v. Inventario de bienes de 1515, 09/02/1515. Camarasa dejaba a su hermana una “imaginem divi Sebastiani ex corallo facta ali frusta et ramos corralli quos habet”. ASC, LXVI, vol. 112, f. 115, Testamento de Joana Camarasa, 09/10/1515. También Jerónimo de Vich, embajador y también cofrade de Nostra Dona de Montserrat, especificó en su testamento “que quiere que se conserven en su casa y para los sucesores en el vínculo de aquella”, además otras obras de arte, “dos armarios con un Santo Cristo de coral y diferentes cosas curiosas dentro de ellos” (Gómez Frechina, 2016, p. 28).
41 AOP, vol. 664, f. 333r y 335v, Registro de entradas y salidas de la cofradía de Nostra Dona de Montserrat, 1517.
42 Hubo otras dos cofrades con este nombre de pila: la esposa del maestro Gaio, y la también florentina esposa del cofrade Joanot Guio, mestre cursor de Mules y activo entre los administradores de la cofradía en aquél periodo.
43 Las donaciones en metálico registradas en las fuentes del archivo de la institución oscilaron, en el caso de las mujeres, entre los cinco baiocchi de Sor Clara siciliana y los 6 ducats con 50 baiocchi de Dona Aldonza Batle. Los pequeños artesanos aportaban a menudo mig ducat o cincuenta baiocchi, aquellos de condición más elevada solían superar los veinticinco (los 20 ducats de cada uno de los hermanos Cassador, los 25 ducats de Joan Cases o Guillem Ramon Saporta, los 25 ducats d’or –o 26 ducats corrents con 50 baiocchi– del mestre Cavaller, los 50 ducats de Guillem Beltran). La cifra de dicha Luisa sólo fue superada por los 65 ducats del cardenal y arzobispo de Sorrento Francesc Remolins, por los 75 ducats d’or de cambra –más de un centenar de ducats corrents– donados postmortem por el obispo de Sarno Guillem Beltran, por los cien ducats de mossén Antoni Vidal o por los ciento trenta –cien ducats d’or de cambra– del embajador Jerónimo de Vich. Toda esta información se halla dispersa en AOP, vols. 664 y 1221.
44 Hemos optado por respetar al máximo el texto original en las siguientes transcripciones. No se han corregido las “incorrecciones” del texto por considerar que pueden ser de interés para posteriores estudios de carácter lingüístico. Asimismo, se han aplicado las reglas actuales de puntuación, acentuación y uso de mayúsculas y minúsculas. Las palabras que estaban unidas irregularmente, se han separado, pero se ha mantenido o colocado el apóstrofo (‘). Se han desarrollado las abreviaturas, salvo en aquellos casos en los que su interpretación resultaba conflictiva. Cuando había anotaciones entre renglones o en los márgenes, se han indicado entre paréntesis. En el caso de roturas u otros daños en el texto, aquello que ha podido recuperarse a partir del contexto se ha indicado entre corchetes, de modo similar a cuando ha sido necesario incluir alguna expresión para la comprensión del fragmento; en caso contrario, dicha pérdida se indica mediante tres puntos suspensivos entre paréntesis. Cuando la ausencia de una parte del texto se debe a la omisión voluntaria por parte de la autora al considerarla no relevante, se ha indicado mediante tres puntos entre corchetes.
45 Este documento no está datado y las incongruencias en los instrumentos originales –concretamente, el codicilo de Ferrandis– según son transcritos en la memoria tras la reunión de notables de 1425 aportan pocas garantías. El límite ante quem podría ser la llegada de Astoris a Roma en 1385; el post quem, el fallecimiento de dicha Ferrandis con anterioridad a 1391. Creemos esta interpretación coherente con la aprobación del gobierno de Astoris por el vicario pontificio Bohier en 1392, en la cual se hace alusión a estos documentos todavía existentes y relativos a la sucesión de Astoris por voluntad de Ferrandis.