SCIO: Revista de Filosofía

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REFLEXIONES SOBRE S. ZIZEK (2011). PRIMERO COMO TRAGEDIA, DESPUÉS COMO FARSA.
Madrid: Akal

Marisol Rama Mosqueraa


Resumen: A través de esta obra el autor va respondiendo a diferentes cuestiones sobre la realidad, que va enlazando entre sí, dándoles respuesta y preocupándose por la actualidad socioeconómica a través de las reflexiones y cuestiones filosóficas. Realiza una crítica a la ideología capitalista actual y a los pilares que la sostienen.

Palabras clave: posmodernidad, capitalismo, capitalismo cultural, ideología, comunismo.

 

Abstract: Through this work the author answers different questions about reality, which are linking one to each other, the author also gives them an answer and at the same time he worries about social-economical currentness through reflections and philosophical questions. Zizek criticizes capitalist ideology and the pillars that sustain it.

Keywords: postmodernity, capitalism, cultural capitalism, ideology, comunism.


a Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de La Coruña.

E-mail: m.rmosquera@udc.es



Slavoj Zizek es un filósofo, sociólogo, psicoanalista y político esloveno. Se enmarca en la ideología marxista, aunque yendo más allá del propio Marx desarrolla su propia concepción de esta, que la une y reinterpreta junto al pensamiento hegeliano y el psicoanálisis de Freud, así como a la perspectiva de otros psicoanalistas como Jacques Lacan.

Esta obra se sitúa en torno a varias cuestiones relativas al posmodernismo y el capitalismo, como cuándo surge, cómo es su legitimización ideológica, su actual naturalización y sus consecuencias en la actual era posideológica. Además, va a realizar una llamada a la izquierda poniendo énfasis en la hipótesis de la idea comunista como única solución y camino para transformar la realidad capitalista, dando al mismo tiempo sus claves para este cambio.

§1. Farsa y tragedia

Esta obra fue publicada en el año 2009, solo un año después del estallido de la gran crisis financiera, hecho que es denominado como farsa. Para Zizek la farsa en sí se encuentra en cómo se aceptó el colapso económico como si fuera una sorpresa, cuando ya años atrás se venía advirtiendo sobre este hecho. La tragedia fue el atentado del 11S, que había sucedido siete años atrás. Así es como el autor ejemplifica la cita de Karl Marx que da título a su obra y que viene a referenciar, en términos del filósofo Hegel, que los grandes acontecimientos de la historia se repiten dos veces, a lo que Marx añadió: “primero como tragedia, después como farsa”. La ideología capitalista fue causa tanto de la propia crisis como de nuestra concepción y opiniones sobre esta y de las posteriores reacciones. Contrariamente a lo que se pueda pensar, este shock financiero reforzó el sistema en lugar de cuestionarlo, este hecho no se vio como un fallo estructural producto del defecto de funcionamiento del sistema, sino como consecuencia de otros pequeños fallos derivados de una toma de decisiones.

§2. El capitalismo y su legitimación a través de mecanismos

El capitalismo es “el primer orden socioeconómico que destotaliza el significado” (Zizek, 2009: 18). Es decir, el capitalismo no es global a nivel de perspectiva ni civilización, sino que se adapta a todas las culturas y religiones. No es una civilización como tal, no tiene una perspectiva o forma de vida propia. Bien es cierto que el capitalismo se ha ido expandiendo a diferentes países independientemente de cuál sea su cultura, se adapta a ella de una forma u otra para establecerse. Podemos ver esta realidad en la sociedad: encontramos países en los que el capitalismo está plenamente implantado y cumple con todas las que podríamos considerar sus características, y otros en los que este ha adoptado unas formas particulares, no tan excesivo, y ha adaptado algunos valores propios de dicha cultura. No obstante, aunque varíe y se adapte no quiere decir que sea un sistema neutral, sino que constituye una ideología que debemos criticar.

El sistema se legitima y se normaliza ideológicamente empleando sueños, utopías, falsa apariencia de seguridad y fetiches. El capitalismo se presenta como un sistema que refuerza sueños y utopías y los presenta como verdaderas posibilidades. En este sentido, está muy relacionado con el concepto de meritocracia, hacer creer que con tu esfuerzo puedes conseguir lo que quieras (utopía), cuando hay realidades estructurales que indican lo contrario, atendiendo a la situación individual de cada persona. El término meritocracia es un neologismo que fue acuñado por el sociólogo Michael Young en 1958, en su obra El ascenso de la meritocracia. En ella mérito se define como M (mérito) = inteligencia o talento + E (esfuerzo). La idea de la meritocracia está relacionada con la distribución de bienes y beneficios basada en el talento y el esfuerzo individuales, constituyendo un principio que legitima la distribución desigual de los recursos en las sociedades modernas (Castillo, Torres et al., 2019).

Siguiendo con los mecanismos del sistema, también da cuenta de una falsa apariencia de seguridad (en el caso de la crisis financiera, empleando el rescate económico como un salvavidas, que en realidad solo benefició a los más ricos, o en el ámbito social, garantizando un estado de bienestar para aportar a la ciudadanía esa sensación de seguridad en mayor o menor medida). Constituyen fetiches que permiten que la ideología funcione y siga adelante. El fetiche es aquel papel que nos permite afrontar la realidad de manera más llevadera. El propio fetiche es falso, forma parte del juego capitalista y de las relaciones liberales. El autor diferencia dos tipos de fetiche, el cínico permisivo (falsa igualdad y libertad) y el fascista populista, la confrontación de colectivos para alejarnos de la verdadera lucha, la lucha de clases. El autor pone especial énfasis en este último concepto, puramente marxista. Desde este punto de vista, las luchas parciales (como feminismo, ecologismo…) no harían más que alejar y distraer a las personas del verdadero problema estructural del que va a derivar toda la realidad.

Así pues, las desigualdades y problemáticas existentes son fruto de la diferenciación de las clases sociales, que constituye la raíz principal. Como consecuencia, la única solución será esta lucha. Sin embargo, las luchas consideradas como parciales están vivas hoy en día y consiguiendo avances, y no deben ser consideradas como una distracción del camino, sino como un fruto de posibilidad de avance y unión.

El capitalismo se presenta como modelo natural y único, sin fallos, no da pie a alternativas, es la paradoja del enemigo. Como ya menciona Zizek con el caso de la crisis, el propio sistema entiende estos hechos (crisis, calentamiento global) como pequeños fallos accidentales que se pueden solucionar, cuando realmente estas realidades son consecuencias estructurales derivadas del capital. No es más utópico pensar en la posibilidad de un cambio de modelo que creer en que el sistema y sus mecanismos podrán solucionar esos “fallos accidentales”.

§3. Capitalismo moderno, el espíritu cultural

Por otro lado, Zizek pone fecha de aparición a la posmodernidad, llamándola el espíritu del capitalismo, la define como unidad económica, social y cultural a partir del año 68. Es la posmodernidad o el capitalismo moderno. Esta nueva forma de capitalismo cultural se opone al capitalismo más puramente empresarial y de mercado. La posmodernidad centrada en el ámbito del consumo, uno de sus pilares básicos, es el llamado el capitalismo cultural. Es un nuevo tipo de consumo, se trata de una forma de consumo alienante: consumir, comprar productos, servicios para poder llenar nuestra vida de felicidad, de nuevas experiencias, de placer, como símbolo que indica nuestra posición social... Comprar con un trasfondo que no es el de nuestras necesidades.

El capitalismo sale de nuevo como elemento ganador, tiñendo su anterior espíritu, más empresarial y jerárquico, de otro uno más cultural-consumista y libertario. En lugar de la redistribución de poderes, solo se modificó la situación de forma superficial a modo de permisos y nuevos derechos, para dar una sensación de mayor libertad, más progresismo, un mejor bienestar en materia de derechos. Observamos de nuevo cómo el propio sistema apela a las sensaciones de libertad y seguridad, cómo defiende al autor para crear una falsa tranquilidad que no despierte ninguna lucha. Si esta surge, se apropia de ella, la despolitiza y le arrebata su verdadero significado. Es el ejemplo de esta revolución del 68, ya mencionada, que se convirtió finalmente en un aliado más del capital, siendo primero una protesta anticapitalista. El capitalismo cultural plenamente consumista sigue vigente hoy en día.

3.1 Capitalismo y democracia

Por otra parte, se asocia esencialmente el capitalismo con la democracia. En este sentido, se puede afirmar que la democracia burguesa es solamente otra manera de expresar la dictadura del gran capital (Lenin, 1917). La república democrática es la mejor envoltura política de la que puede revestirse el capitalismo. El liberalismo se va a apropiar de los discursos y las conquistas fruto de la lucha de las clases inferiores, y las va a situar como una victoria de la libertad democrática. Actualmente, vemos cómo el liberalismo ha aceptado movimientos tradicionalmente revolucionarios y de los que en su origen atentaban contra este, no solo aceptándolos, sino creando teorías propias y reapropiándose de estas, como puede suceder con el feminismo y sus actuales corrientes liberales.

§4. La lógica emancipatoria: el comunismo y cómo llegar a esta idea

Ante la más que clara naturalización del sistema ya mencionada, Zizek (2009) lanza una pregunta: ¿el actual capitalismo contiene antagonismos que pueden evitar que este sobreviva como modelo de forma indefinida? A través de ellos se traza una línea de diferenciación entre comunismo y socialismo. Estos cuatro antagonismos son los siguientes: la catástrofe ecológica, la propiedad privada e intelectual, las implicaciones ético-sociales de los nuevos desarrollos tecnocientíficos y las nuevas formas de apartheid. Las tres primeras luchas (cuestión de supervivencia) mencionadas podrían ser solucionadas por el socialismo y el liberalismo. La cuarta amenaza (asunto de justicia social) solo podría ser sobrellevada por el comunismo, que pretende la superación de la propiedad como tal en lo común. Por tanto, a diferencia del socialismo, el comunismo se refiere a lo común y a la universalidad singular, dejando a un lado particularidades, como pueden ser las nacionalidades, el género, la etnia… (las luchas parciales frente a la única lucha, que debe ser la de clases). Así pues, la única solución para romper los límites del marco mercado-Estado es el comunismo. Este solo podría ser llevado a cabo mediante una radicalización proletaria, con un sujeto común, no solo un agente concreto como la clase obrera. Además, debe ser readaptado a su momento histórico (revolución permanente). Es por ello que en la actualidad el objetivo no es el Estado como enemigo, sino que hay que reapropiarse de él y cambiar su forma de funcionamiento.

La cuestión clave es dar la participación popular al proletariado, una autoorganización política directa del pueblo, a diferencia de las actuales democracias que, aunque dando cierto poder a las masas, no les da un papel activo. No se les educa para darles la oportunidad de autogobernarse y dirigirse. Simplemente se las deja en manos de una clase especializada y gobernante. Desde Platón hasta teóricos liberales como Lippman han defendido la teoría que establece que solo una élite reducida puede entender lo que nos conviene a todos, ya que esto se le escapa a la gente en general, las masas como demasiado ineptas e incompetentes. El principio moral de que la gente es demasiado estúpida para comprender las cosas. Chomsky1 (desde la perspectiva de Lippman) afirmaba en su obra Como nos venden la moto que en una democracia se dan dos funciones: la clase especializada y el rebaño desconcertante. Término recogido también por Foucault, gobernar en el sentido de dirigir un rebaño.

Para poner en la realidad el comunismo, el autor nos insta a dejar de lado esa ciega confianza en que otro, un líder, nos otorgará la libertad. Tenemos que utilizar las probabilidades que tenemos de provocar ese cambio y reapropiarnos de las armas o herramientas del enemigo que creamos que puedan ser beneficiosas para nuestra lucha. Despertar del utopismo en el que nos embarca el sistema, del que tanto se aleja y reniega nuestro autor. La clase obrera constituye el agente colectivo de lucha.

§5. Conclusión

Uno de los temas centrales de esta obra es el Estado y su papel en la sociedad. Zizek aborda la tan complicada cuestión del Estado (junto a la relación Estado-mercado) y el estado de bienestar. Entiende que el estado de bienestar no es más que un elemento que le permite al sistema aportar una falsa apariencia de seguridad. Con un estado de bienestar las personas aceptarán el capitalismo en cierto modo y para aportarle cierto grado de administración. Además, el autor analiza cómo se debe afrontar el tema del Estado. Esta idea nos remite en cierto modo a lo que se cuestionaba Graeber2, si los problemas estructurales a los que queremos hacer frente nos llevan siempre al Estado, ¿es el Estado parte del problema o es una posible solución? Zizek defiende que el Estado es parte de la solución. No se trata de intentar terminar con él sino de reapropiarnos de él. Se defienden dos posturas o caminos que tomar en cuanto a este, intentar alcanzar el poder del Estado, que nos haría situarnos en la misma posición de aquello a lo que nos enfrentamos, o hacer que funcione de una forma no estatal, es decir, a través de formas de autoorganización. Se alude aquí a lo teorizado por Lenin en El estado y la revolución3. Para suprimir todo Estado primero hay que pasar por un proceso de extinción del Estado burgués. Por lo que debe ser el proletariado el que tome los medios de producción en propiedad del estado, una vez realizado esto se destruye así mismo como proletariado y destruye toda diferencia, toda diferencia y todo antagonismo de clase y, con ello, al Estado como tal (Lenin, 1917, cit. de Engels). A través de la obra, además de esta cuestión podemos conocer las bases del capitalismo y el fuerte componente ideológico presente que contribuye a su mantenimiento.

Referencias bibliográficas

Castillo, J. C., Torres, A., Atria, J., Maldonado, L. (2009). Meritocracia y desigualdad económica: percepciones, preferencias e implicancias. Revista Internacional de Sociología (77).

Chomsky, N., Ramonet I. (1993). Como nos venden la moto: información, poder y concentración de medios. Ed. Icaria, Colección Más Madera (15.ª ed.). ISBN: 84-7426-245-3. Barcelona.

Foucault (1978). Clase del febrero de 1978. Seguridad, territorio, población (pp. 139- 159).

Graeber D. (2006). Zonas muertas de la imaginación: un ensayo sobre la estupidez estructural (pp. 49-64).

Lenin, V. I. (1917). El estado y la revolución. Madrid: Ed. Fundación Federico Engels (1ª ed. ١٩٩٧).

Zizek, S. (2009). Primero como tragedia después como farsa. Akal Pensamiento Crítico. ISBN: 978-84-460-3209-0.

Notas

1 “Constituyen lo que Lippmann llamaba el rebaño desconcertado: hemos de protegernos de este rebaño desconcertado cuando brama y pisotea. Así pues, en una democracia se dan dos funciones: por un lado, la clase especializada, los hombres responsables, ejercen la función ejecutiva, lo que significa que piensan, entienden y planifican los intereses comunes; por otro, el rebaño desconcertado también con una función en la democracia, que, según Lippmann, consiste en ser espectadores en vez de miembros participantes de forma activa” (Chomsky y Ramonet, 1993).

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2 La mayoría de estas puertas conducen directamente al problema de que lo que llamamos «el Estado», y de las estructuras burocráticas a través de las cuales ejerce su poder. ¿Es la pretensión del Estado del monopolio de la violencia el problema, o es el Estado una parte crucial de una posible solución?” (Graeber, 2006).

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3 “El proletariado toma el poder estatal y comienza por convertir los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este acto se deconstruye a sí mismo como proletariado y destruye toda diferencia y todo antagonismo de clase con ello mismo” (Lenin, cit. de Engels, 1917).

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